El ¿Cómo? es lo que todos quieren 

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Me encontraba tan enfocado en el hacer y en el tener que olvidé por completo el ser y, ahí, se encontraba mi recurrente caída en vicios, miedos, depresiones y ansiedades, ahí estaba mi jodido bucle lleno de tropiezos con las mismas piedras y mis queridos obstáculos, déjame contarte.

Realmente no tenía ni idea de lo que quería, y, aunque creía saberlo, no lograba explicarme: Cómo carajos lograba joderme con tanta frecuencia si siempre estuve interesado en crecer, en leer, en progresar y generar un cambio sostenible en el tiempo, y, sin embargo, era habitual encontrarme sumergido en excesos de alcohol intentando superar esos picos de ansiedad social incapacitantes. No obstante, esto sólo me llevaba a exponerme a situaciones que ponían en constante riesgo mi vida: Peleas, drogas, personas, fiestas y lugares que fácilmente podrían teñir tu vida de oscuridad para siempre. Empero, se me hizo habitual y familiar, regresar y tropezar con las mismas piedras.
 
Sinceramente creía que iba a lograr algo con mi insignificante esfuerzo. Nunca quise ser alguien disciplinado, sólo quise tener los resultados que esta palabra y su acción atraen: Un cuerpo atractivo, una alta autoestima, tanto dinero como fuese posible, un sentimiento de imperturbabilidad, dejar de lado las etiquetas de alcohólico, ansioso y cualquier otra joda que algún estudioso me hubiese dado, pero, sobretodo, en el fondo sólo quería dejar de sufrir; dejar de temer.
Por mucho tiempo, por el suficiente, desprecié y subestime el trabajo duro, jamás tuve en cuenta dentro de la maldita ecuación que la persistencia de un hijo de puta que está dispuesto a morir en el proceso dando su ciento por ciento, y sólo al cabo de unos meses, puede cambiar tu vida para siempre. 
 
Llegar aquí me costó muchas lagrimas, muchas noches en vela con pensamientos de muerte, demasiados días cabizbajo, lastime a demasiadas personas, las mejores de ellas, aquellas que siempre han querido lo mejor para mí, se llevaron la mayor tajada de lo que se podría interpretar como mi “desprecio”, sin querer que lo fuera. 
 
Sin importar todo aquello, volvería a cada maldito momento de incertidumbre, dolor y autodesprecio, y lo viviría de nuevo. El dolor, el miedo y el sufrimiento, al final, han sido grandes maestros. 
 
Espero que te animes a vivir en tu máxima grandeza.
 
 
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Soy Sebastián Páez, este es mi primer blog, espero que te guste bastante y te sirva de algo. estaré pendiente si quieres hablar de tus obstáculos conmigo.
Sebastían Páez G.
sebastianpaezg.com
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